TECNOLOGÍA EN LOS MEDIOS: POR QUÉ EL TERCER MUNDO YA NO ES EL CUBO DE LA BASURA ELECTRÓNICA DEL PLANETA

07.05.2018

China y Ghana se parecen cada vez menos a un cubo de basura tecnológica y más a una potencia líder en una pujante economía verde no convencional

Visto desde sus transitadas calles, Hauqiangbei recuerda a cualquier otro atestado barrio comercial chino, repleto de centros comerciales a ambos lados de las calles, puestos de comida y gente apresurada que se abre paso a codazos. Sin embargo, si entramos en uno de estos complejos, salta a la vista que Huaqiangbei, situado en el corazón de Shenzhen, centro del diseño y la fabricación de aparatos electrónicos del país, es diferente de cualquier otro lugar del planeta. 

Cuando entras en SEG Plaza, en pleno distrito, no tienes la impresión de encontrarte ante el paradigma de la innovación ecológica. El piso principal está abarrotado de quioscos y casetas donde se vende un barullo de productos de esos que encuentras solamente dentro de tu ordenador: cables, módulos de memoria RAM, unidades centrales de procesamiento y ventiladores. Enrollados, colgados y expuestos en estuches, el conjunto no difiere mucho de una imaginaria carnicería de lujo especializada en serpientes y otros artículos enroscados. Si miramos hacia arriba, vemos casi 10 pisos de puestos parecidos en los que se despachan mercancías similares.

¿Quién se toma la molestia de venir a un sitio así? Los ingenieros y los diseñadores de producto de la ciudad en busca de las piezas y los elementos necesarios que les sirvan para montar los aparatos electrónicos del futuro, o del presente. ¿Que necesitas una CPU 486 de principios de la década de 1990? Alguien del SEG Plaza te la puede conseguir a decenas. ¿Que buscas la placa base de un clásico portátil Dell de 2002? El hombre que las vende te preguntará cuántas quieres para mañana.

¿Y de dónde procede todo eso? Antes, gran parte de los equipos de Huaqiangbei se importaban de países desarrollados, como Estados Unidos, se desmontaban en talleres célebres por su insalubridad de otros lugares del sur de China y, acto seguido, iban a parar a Hauqiangbei. Se trataba de un comercio generalmente malinterpretado que cargó al país con el descrédito de ser el cubo de la basura electrónica del mundo. Sin embargo, hace tiempo que la realidad es mucho más compleja.

En un reciente viaje a finales de mayo, me detuve en un quiosco en el que había lo que parecían unos viejos procesadores. "¿De dónde vienen?", pregunté. La mujer que estaba detrás del mostrador me dijo que eran reciclados de ordenadores utilizados en cibercafés. Eso debe de ser muchísimos aparatos. En China hay más de 140.000 cibercafés, y la cifra va en aumento.


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